Escribe sin miedo, en cinco pasos
Pongámonos en situación. Estás frente a la plataforma de tu preferencia, una lap, una tableta, tu teléfono, una libreta de autor. Quieres comenzar a escribir y no te llega “la inspiración”; sientes un vacío creativo que te inquieta y una pregunta: ¿de qué va?
Nos pasa a todos, seamos creadores o escritores con trayectoria o simples novatos. ¿Qué hacer? Es sencillo saberlo cuándo entrenas tu creatividad, cuando entiendes que concebir una idea requiere de ciertos rituales de iniciación que agudizan tu olfato, afinan tu mirada y despiertan el resto de tus sentidos, incluidos los que aún no conoces.
Primer paso: convoca al observador
Cuando entreno a un artista, aunque aún no descubra que lo es, lo primero que muestro es el camino hacia la serenidad, hacia la contemplación plena de cuánto lo habita en ese instante. Lo invito a que registre la postura de sus pies y de sus manos, a que recoloque su columna, a que escuche el ritmo de su corazón, a que respire con la calma de un observador.
Segundo paso: siente un color
En ese estado de atención consciente, hay tiempo de preguntarse: Si mi estado de ánimo fuera un color ¿cuál sería? Es encantadora la forma en que poco a poco nos vamos sincerando con nosotros mismos y, sin juzgar, volvemos a registrar nuestro ser y estar, justo en el instante en el que sucede, no antes, no después, en tiempo presente. ¿Es difícil? Es tan fácil que te lleva solo un par de minutos, el resto es más sencillo aún.
Tercer paso: selecciona, relaciona, recuerda, imagina y enlista
Registra tu entorno y detente en lo que más llame tu atención en ese momento, una sombra, un sonido, un olor, un sabor, un objeto, una persona, una línea… ¿qué hay en tu entorno que destaque, que lance un grito silente como para que tú, el observador, se encuentre con ello y cuente su historia?
Nuestro cerebro hará la parte que le toca: relacionar, recordar, imaginar, llenar de sentidos “eso” que nosotros elegimos y, justo en ese instante… aparecerá una idea, y luego otra, a veces con lentitud, otras en caudal. No deseches nada, registra todo… ¿Cómo? En forma de lista. Como cuando planeas tus compras o haces tu lista de pendientes.
Cuarto paso: indaga en tu interior su significado
Bautiza lo que sientes, busca las palabras exactas, indaga en tu memoria, en el significado profundo que tiene para ti lo elegido para observar. Y apunta tus dudas, tus preguntas. Ya habrá tiempo para investigar. Justo en ese momento estás pariendo una idea, de ti depende que crezca o dé paso a una nueva.
Quinto paso: boceta, traza, crea
¿En qué puede convertirse esa idea? En cualquier cosa que creas posible, porque una idea no depende solo de tus habilidades, saberes y experiencias, depende de la intención que la anime y sea capaz de materializarla. A veces la idea se torna coreografía, otras escenografía, algunas más pintura, escultura, poema o canción. A veces la idea sirve solo para edificar al propio creador.
Yo escribo, y cuando entro en modo observador, me integro; primero conmigo misma; después, con el universo de colores, texturas, volúmenes, ritmos, aromas, luces, sombras, ángulos… ¿Quieres experimentarlo? Si lo haces, cuéntame cómo lo viviste, y si materializas la idea detonada por este ejercicio, ¿me compartes tu resultado?
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